Entendemos que el ser humano usa dos hábitos nocivos que merman de continuo su salud, esto es: la QUEJA y la CULPA.
La queja expresa de continuo el talante reactivo del individuo, su inclinación a la no aceptación, lo que hace que habitualmente se oponga a la realidad. Impide que el sujeto se haga consciente de aquello que la vida le brinda para aprender y superarse ante la adversidad. Mina la salud mediante la rabia y una ansiedad que suele expresarse con rotundidad.
La culpa, sea propia o ajena, pone de relieve el juicio de valor y crea en el subconsciente la animadversión ante lo que el "Ego" no está dispuesto a asumir y tolerar. Podemos ser ignorantes, o bien inconscientes, mas la sensación de culpa se convierte en una trampa nociva que dictamina e imputa, derivando hacia la angustia vital.
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